domingo, 26 de abril de 2020

¿Estás sin empleo? Capitalizá tu experiencia laboral


El rechazo laboral por estar sobre calificado puede llegar a ser frustrante. Es el momento de dar un paso adelante.

Pasa a menudo: una persona con gran experiencia y conocimientos, de pronto queda desempleada. En la imaginación de muchos, esto sería un problema transitorio; esa persona no debería demorar demasiado tiempo en encontrar un nuevo puesto.

La realidad, sin embargo, es otra.
¿Sabés cuál es una de las principales razones de que el CV de una persona con estas características sea rechazado o no supere la entrevista?

La sobrecalificación.

A medida que pasa el tiempo de una persona que busca empleo, su psicología va cambiando. Pasa de la expectación a la desesperación, transitando por varias etapas intermedias, que lo lleva a postularse a absolutamente toda oportunidad para la que se siente capaz.
Esta situación genera cierta reserva de parte de  los reclutadores. 
Por una parte, las empresas no quieren pagar por habilidades que no necesitan y, aunque el postulante esté dispuesto a conformarse con un menor ingreso, a muchos les resulta poco ético sub ocupar a alguien.
Una persona en un puesto menor a sus capacidades, está sub ocupada y, a la corta o a la larga, trae frustraciones que podrían transmitirse al clima laboral, sin mencionar que menoscabaría los valores y cultura que una empresa haya establecido.

Quiero desviarme por un momento del tema planteado. Luego retomaremos este punto.
Existen muchas formas de agregar valor a un producto. Agregar valor quiere decir volverlo más valioso a la percepción del cliente. 
Una de ellas es fraccionarlo; por ejemplo cuando se cosechan granos en el campo, estos se acopian en silos y tienen un precio por tonelada. Luego se fraccionan para abastecer al mercado mayorista en bolsas o sacos de 50, 30, 20 o 10 kilos. El precio aumenta. 
El mismo producto es fraccionado en pequeñas bolsas de 500 gramos o 1 kilo que son vendidas en góndola. El valor, vuelve a subir un peldaño. 
Por último, puede que se le haga un proceso para venderse en latas de 300 gramos o menos a un precio todavía mucho mayor.
El fraccionamiento es una gran estrategia para agregar valor y para distribuirlo a quienes en definitiva consumirán el producto. Esto es aplicable a casi todas las industrias y sectores. Siempre es posible brindar una cantidad menor de un producto.
Ahora bien, con los servicios, parece que no hay nada que fraccionar, no hay algo material que dividir y empaquetar. Sin embargo, con un esfuerzo de la imaginación, podemos aplicarles el mismo principio.

Volvamos al punto que había dejado. Estábamos con la persona sobre calificada que buscaba empleo pero…

¿Por qué limitarte solo a buscar trabajo?

La búsqueda de trabajo no es incompatible con otras actividades como por ejemplo la consultoría. Y es acá donde comienza a ser un poco más claro cómo podríamos “fraccionar” nuestros servicios.
Cuando tenés una gran cantidad de experiencia y conocimientos, es absurdo intentar vender el paquete completo. Imaginate ir al médico por un dolor de cabeza y que te diga “Tómese este medicamento. Ah, pero también soy cirujano y lo tengo que operar…”

Bien, para eso es la consultoría: para fraccionar nuestros conocimientos y experiencia con toda precisión a lo que el cliente necesita.
Una forma de hacerlo, es agrupar servicios y asignarles un tiempo de ejecución determinado de modo de volverlo accesible a sus posibilidades de pago, siempre que cumpla con las necesidades del cliente.
Para tener una propuesta competitiva, sustentada en parámetros medibles, tenés que tener muy en claro tu capacidad de trabajo por unidad de tiempo. Es difícil conocerla con exactitud, pero siempre es posible establecer un promedio como, por ejemplo, la cantidad de operaciones que te resultan posibles procesar por hora.
Si considerás que tu valor hora es de, digamos, $ 800 y sos capaz de contabilizar o controlar 25 operaciones por hora, vas tener una idea de cómo podés encarar un presupuesto para una empresa que realice, por ejemplo, 2.000 operaciones mensuales. Conocé tu capacidad máxima, tus costos y la carga de trabajo que genera la empresa cliente. Considerá también, los imprevistos y las tareas ocultas que  pudieran surgir. Todo “extra” se cobra fuera de lo presupuestado.

Una habilidad que, como consultor te resultará muy conveniente desarrollar, es la de ser capaz de idear formas innovadoras de agrupar y fraccionar tareas, y llevarlas a unidades económicas, de modo que puedas cuantificar, monetariamente, el costo de resolverlas.

A modo de ejemplo te dejo algunas ideas que pueden servirte para comenzar a diseñar esas propuestas de servicios presupuestadas.

1) Existen áreas donde es fácil establecer relaciones directas, como por ejemplo laboral, donde podés fraccionar por empleado -incluso por categorías de empleados-, por cantidad de novedades, etc.

2) En contabilidad las registraciones podrían ser una unidad de medida, sobre todo en combinación con otros parámetros; también la cantidad de sociedades que integran el grupo económico, plan de cuentas, el nivel de desagregado de información requerida, cantidad de reportes gerenciales y, si lleva contabilidad de costos, por centros de costos.

3) En auditoría, la cantidad de operaciones o comprobantes a auditar, pueden ser un buen parámetro a utilizar.

4) Impuestos es una de las áreas más complejas que se me ocurren, podrías considerar ítems como las fuentes de ingresos, cantidad de actividades económicas, cantidad de operaciones, jurisdicciones, complejidad del grupo societario, etc. o una combinatoria de todas las anteriores.

La ventaja adicional del fraccionamiento y establecimiento de unidades de medida sobre la cual calcular honorarios por consultoría, es que al cliente le resulta más fácil mensurar el volumen de tareas que implica el trabajo que está encargando y verá una conexión entre dichas tareas y tus honorarios.

Como conclusión, es posible y recomendable, buscar trabajo y, paralelamente comenzar con tareas como consultor, ya sea en soledad o asociándote a colegas o profesiones complementarias.
Si aún no tenés ningún cliente, dedicá parte del tiempo que antes destinabas a la búsqueda laboral, a capacitarte en marketing y marca personal, a diseñar servicios “pre armados”, a crear formas innovadoras de presupuestar, a investigar tu mercado a través de internet y a interactuar con colegas y, sobre todo, a interactuar con potenciales clientes.

Brindar servicios de consultoría tiene sus secretos, por lo tanto, si nunca has sido consultor, una de tus tareas al inicio, es aprender acerca de cómo ser consultor de manera efectiva. Hay abundante material gratuito en internet como para que empieces tu búsqueda. Recordá documentar todos tus avances y aplicar lo aprendido de inmediato.
Mediante la consultoría podrás agregar valor mediante tus conocimientos y experiencia de una forma que sea posible de afrontar económicamente por la mayoría de tus clientes e incluso, podrías ofrecer valor a las empresas que buscan empleos con tu perfil, haciéndoles una propuesta de consultoría en lugar de laboral.

Los profesionales en ciencias económicas, tenemos un bagaje increíble de conocimientos que muchas veces olvidamos poner al servicio de nosotros mismos. Con muy poco esfuerzo podés aprender más sobre segmentos de mercado, marketing e innovación en servicios, por poner solo 3 ejemplos, y mejorar tu propuesta de servicios al mercado.
Cuando el mercado laboral te dice que estás sobrecalificado, en realidad está dándote una señal inequívoca de que tenés que subir un escalón, dar el paso siguiente: la consultoría.

Seguimos esta conversación vía comentarios en nuestro grupo Marcas Contables
Nos leemos allí.•
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Créditos:

Foto de Andrea Piacquadio en Pexels

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