El rechazo laboral por estar sobre calificado puede llegar a ser frustrante. Es el momento de dar un paso adelante. |
Pasa a menudo: una
persona con gran experiencia y conocimientos, de pronto queda desempleada. En
la imaginación de muchos, esto sería un problema transitorio; esa persona no
debería demorar demasiado tiempo en encontrar un nuevo puesto.
La realidad, sin embargo,
es otra.
¿Sabés cuál es una de las
principales razones de que el CV de una persona con estas características sea
rechazado o no supere la entrevista?
La sobrecalificación.
A medida que pasa el
tiempo de una persona que busca empleo, su psicología va cambiando. Pasa de la
expectación a la desesperación, transitando por varias etapas intermedias, que
lo lleva a postularse a absolutamente toda oportunidad para la que se siente
capaz.
Esta situación genera
cierta reserva de parte de los reclutadores.
Por una parte, las empresas no quieren pagar por habilidades que no necesitan
y, aunque el postulante esté dispuesto a conformarse con un menor ingreso, a
muchos les resulta poco ético sub ocupar a alguien.
Una persona en un puesto
menor a sus capacidades, está sub ocupada y, a la corta o a la larga, trae
frustraciones que podrían transmitirse al clima laboral, sin mencionar que
menoscabaría los valores y cultura que una empresa haya establecido.
Quiero desviarme por un
momento del tema planteado. Luego retomaremos este punto.
Existen muchas formas de
agregar valor a un producto. Agregar valor quiere
decir volverlo más valioso a la percepción del cliente.
Una de ellas es
fraccionarlo; por ejemplo cuando se cosechan granos en el campo, estos se
acopian en silos y tienen un precio por tonelada. Luego se fraccionan para
abastecer al mercado mayorista en bolsas o sacos de 50, 30, 20 o 10 kilos. El
precio aumenta.
El mismo producto es fraccionado en pequeñas bolsas de 500
gramos o 1 kilo que son vendidas en góndola. El valor, vuelve a subir un peldaño.
Por
último, puede que se le haga un proceso para venderse en latas de 300 gramos o
menos a un precio todavía mucho mayor.
El fraccionamiento es una
gran estrategia para agregar valor y para distribuirlo a quienes en definitiva
consumirán el producto. Esto es aplicable a casi todas las industrias y
sectores. Siempre es posible brindar una cantidad menor de un producto.
Ahora bien, con los servicios,
parece que no hay nada que fraccionar, no hay algo material que dividir y empaquetar.
Sin embargo, con un esfuerzo de la imaginación, podemos aplicarles el mismo
principio.
Volvamos al punto que
había dejado. Estábamos con la persona sobre calificada que buscaba empleo pero…
¿Por qué limitarte solo a
buscar trabajo?
La búsqueda de trabajo no
es incompatible con otras actividades como por ejemplo la consultoría. Y es acá
donde comienza a ser un poco más claro cómo podríamos “fraccionar” nuestros
servicios.
Cuando tenés una gran
cantidad de experiencia y conocimientos, es absurdo intentar vender el paquete
completo. Imaginate ir al médico por un dolor de cabeza y que te diga “Tómese
este medicamento. Ah, pero también soy cirujano y lo tengo que operar…”
Bien, para eso es la
consultoría: para fraccionar nuestros conocimientos y experiencia con toda
precisión a lo que el cliente necesita.
Una forma de hacerlo, es
agrupar servicios y asignarles un tiempo de ejecución determinado de modo de volverlo
accesible a sus posibilidades de pago, siempre que cumpla con las necesidades del
cliente.
Para tener una propuesta
competitiva, sustentada en parámetros medibles, tenés que tener muy en claro tu
capacidad de trabajo por unidad de tiempo. Es difícil conocerla con exactitud,
pero siempre es posible establecer un promedio como, por ejemplo, la cantidad
de operaciones que te resultan posibles procesar por hora.
Si considerás que tu
valor hora es de, digamos, $ 800 y sos capaz de contabilizar o controlar 25
operaciones por hora, vas tener una idea de cómo podés encarar un presupuesto para
una empresa que realice, por ejemplo, 2.000 operaciones mensuales. Conocé tu
capacidad máxima, tus costos y la carga de trabajo que genera la empresa
cliente. Considerá también, los imprevistos y las tareas ocultas que pudieran surgir. Todo “extra” se cobra fuera
de lo presupuestado.
Una habilidad que, como
consultor te resultará muy conveniente desarrollar, es la de ser capaz de idear
formas innovadoras de agrupar y fraccionar tareas, y llevarlas a unidades
económicas, de modo que puedas cuantificar, monetariamente, el costo de
resolverlas.
A modo de ejemplo te dejo
algunas ideas que pueden servirte para comenzar a diseñar esas propuestas de
servicios presupuestadas.
1) Existen áreas donde es
fácil establecer relaciones directas, como por ejemplo laboral, donde podés
fraccionar por empleado -incluso por categorías de empleados-, por cantidad de novedades,
etc.
2) En contabilidad las
registraciones podrían ser una unidad de medida, sobre todo en combinación con
otros parámetros; también la cantidad de sociedades que integran el grupo
económico, plan de cuentas, el nivel de desagregado de información requerida, cantidad de reportes
gerenciales y, si lleva contabilidad de costos, por centros de costos.
3) En auditoría, la
cantidad de operaciones o comprobantes a auditar, pueden ser un buen parámetro
a utilizar.
4) Impuestos es una de
las áreas más complejas que se me ocurren, podrías considerar ítems como las
fuentes de ingresos, cantidad de actividades económicas, cantidad de
operaciones, jurisdicciones, complejidad del grupo societario, etc. o una
combinatoria de todas las anteriores.
La ventaja adicional del
fraccionamiento y establecimiento de unidades de medida sobre la cual calcular
honorarios por consultoría, es que al cliente le resulta más fácil mensurar el volumen de
tareas que implica el trabajo que está encargando y verá una conexión entre
dichas tareas y tus honorarios.
Como conclusión, es
posible y recomendable, buscar trabajo y, paralelamente comenzar con tareas
como consultor, ya sea en soledad o asociándote a colegas o profesiones
complementarias.
Si aún no tenés ningún
cliente, dedicá parte del tiempo que antes destinabas a la búsqueda laboral, a
capacitarte en marketing y marca personal, a diseñar servicios “pre armados”, a
crear formas innovadoras de presupuestar, a investigar tu mercado a través de internet
y a interactuar con colegas y, sobre todo, a interactuar con potenciales
clientes.
Brindar servicios de
consultoría tiene sus secretos, por lo tanto, si nunca has sido consultor, una
de tus tareas al inicio, es aprender acerca de cómo ser consultor de manera
efectiva. Hay abundante material gratuito en internet como para que empieces tu
búsqueda. Recordá documentar todos tus avances y aplicar lo aprendido de
inmediato.
Mediante la consultoría
podrás agregar valor mediante tus conocimientos y experiencia de una forma que
sea posible de afrontar económicamente por la mayoría de tus clientes e incluso,
podrías ofrecer valor a las empresas que buscan empleos con tu perfil,
haciéndoles una propuesta de consultoría en lugar de laboral.
Los profesionales en
ciencias económicas, tenemos un bagaje increíble de conocimientos que muchas
veces olvidamos poner al servicio de nosotros mismos. Con muy poco esfuerzo
podés aprender más sobre segmentos de mercado, marketing e innovación en
servicios, por poner solo 3 ejemplos, y mejorar tu propuesta de servicios al
mercado.
Cuando el mercado laboral
te dice que estás sobrecalificado, en realidad está dándote una señal
inequívoca de que tenés que subir un escalón, dar el paso siguiente: la
consultoría.
Seguimos esta
conversación vía comentarios en nuestro grupo Marcas Contables.
Nos
leemos allí.•
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Créditos:
Foto de Andrea Piacquadio en Pexels
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